Un helicóptero de la Unidad de
Emergencias Sanitarias de Cataluña despegaba de la calzada en aquella carretera
secundaria, dejando allí a todos los curiosos que observaban lo acontecido. La
policía, mientras tanto, interrogaba a la pareja que había dado el aviso.
Sara ya estaba a salvo, de camino
al Hospital. Pero todo apuntaba a que la joven no sobreviviría.
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Última hora: aparece una de chicas desaparecidas en Viver, Castellón.
Las primeras noticias indican que se trata de Sara Ferrer, quien tras más de
cuatro meses en paradero desconocido, por fin sabemos que sigue con vida.
En estos momentos está siendo atendida en el Hospital Universitari de
Girona. La joven ha sido encontrada en mitad de la carretera que une la pequeña
localidad de Montnegre con la ciudad, mientras yacía en el suelo sin
conocimiento.
Desafortunadamente, sigue sin saberse nada de Natalia, la otra joven
desaparecida en la misma noche.
Les mantendremos informados de cualquier novedad.
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La familia de Sara iba camino de
Girona, les habían llamado contando lo sucedido. Estaban muy nerviosos, pero al
mismo tiempo contentos porque, por fin, la pesadilla había terminado. Iban a
reunirse con su niña, a la que tanto habían llorado y echado en falta. También
Lucía y Marc se dirigían al Hospital.
Él estaba preocupado, aunque no
tenía nada que ver con lo que fuera que le había ocurrido a Sara durante todos
estos meses, posiblemente era una de las últimas personas con las que había
hablado. Si Sara lo nombraba estaría metido en un buen lío. Era traficante de
drogas y podía tener más que serios problemas.
Necesitaba hablar con ella, para
que no dijera nada. Solo quería asegurarse de que salía limpio de todo ello,
aunque por supuesto le importaba de verdad el estado en el que se hallaba la
prima de Lucía. Le era infiel con ella a su novia, pero pese a todo, no era una
mala persona y tenía sus remordimientos.
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-¿¿Dónde está??, ¡¡Queremos
verla!! –Gritaba desesperada Alicia, la madre de Sara.
Acababan de entrar al Hospital
los tres: ella, el marido y el hermano.
-Por favor, esperen un momento,
enseguida les atiende el doctor. Acompáñenme por aquí. –Les dijo una de las
enfermeras que había en ventanilla.
Les dirigió hasta la Unidad de
Cuidados Intensivos, desde donde sólo podían verla a través de un cristal. A
continuación la enfermera salió.
Los tres comenzaron a llorar.
-Mi ni… mi niña… -Decía su madre
entre lágrimas y abrazando a su marido mientras perdía las fuerzas y la estabilidad
de la emoción.
Antonio, el padre de Sara, miraba
con tristeza y con la cara descompuesta a su hija, que llevaba mascarilla,
tenía puesto un gotero y estaba sedada. Jorge, su hermano, tuvo que sentarse de
la impresión en una fila de asientos que había tras ellos.
Entonces entró el doctor que
llevaba el caso de la paciente.
-Hola... –No sabía cómo
hablarles.
-¡Doctor!, ¿cómo está Sara??
–preguntó Antonio, soltando a su mujer que se recomponía.
-¿Está bien?, ¿saldrá de esta,
verdad?? –decía ella con la cara muy expresiva.
-Por favor, tranquilícense. La
paciente presenta un cuadro bastante agudo. De momento está siendo atendida con
mucha precaución. Siento ser tan directo, pero… Sara acababa de sufrir un
aborto en el momento de su hallazgo.
-¿Cómo?! –Alicia se quedó
atónita, y volteó su cabeza hacia la cristalera. –Qué le han hecho a mi niñaa….
–Sollozaba sin fuerzas… -qué le han he.. hechoo…
Su hermano, sentado, se llevó los
brazos a la cabeza y arqueó la espalda de manera que miraba al suelo. Estaba
destrozado. Antonio atendía a las palabras del doctor.
-Parece ser que estaba embarazada
de dos meses. Las pruebas que le han sido realizadas arrojan unos resultados
que me gustaría comentar cuando estéis preparados. –Dijo lo más amablemente
posible el doctor, mirando a Antonio, quien parecía que llevaba mejor la
recepción de noticias.
-Cariño, quedaros aquí, enseguida
vengo.
Antonio ayudó a que su esposa se
sentase junto a Jorge, y le hizo un gesto a este para que no la descuidase.
Jorge tenía 19 años. Era un chaval luchador. Desde que su hermana desapareció,
se hizo más fuerte que nunca, y maduró a pasos agigantados.
Antonio salió de allí junto con
el doctor. Pasaron al despacho de este y allí tomaron asiento.
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-Sea sincero, por favor. ¿Qué le
ha ocurrido a mi hija? –Dijo con semblante serio y desesperanzador Antonio.
-Las autoridades son las
encargadas de la investigación del caso, señor. Yo lo único que puedo decirle
es que su hija presenta signos de maltrato y de violación. Está en un estado de
shock, no sabe quién es, no reconoce donde está. No dice nada. Tiene diversos
hematomas por el cuerpo… –Guardo silencio durante unos segundos.
Antonio dirigió la mirada hacia
la ventana. Era un día soleado y hacía buena temperatura. El sol incidía sobre
el despacho, sobre la figura de Antonio, quien en esos momentos no escuchaba
nada, solo pensaba en la desgracia que su hija tenía y lo duro que era sobrellevar
la situación.
-Se recuperará de las dolencias
físicas, pero le quedarán graves secuelas psicológicas. Por el momento es todo
cuanto puedo comunicarle. Las autoridades podrán terminar de informarle mejor
sobre lo que posiblemente vivió su hija. Lo siento. –Le expresó con un tono de
voz bajo, comprensible con la delicadeza del caso.
-Señor… ¿señor?... –El doctor se
dio cuenta del descontrol de aquella conversación y del daño que les estaba
causando.
Antonio volvió en sí y miró a los
ojos del doctor.
-Perdone. –Acto seguido se
levantó, le tendió la mano para estrechársela como agradecimiento y le dijo
que, por favor, hiciera todo lo que estaba en sus manos por salvar a su hija y
hacer que volviese a ser la de siempre.
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Lucía y Marc pasaron a verla.
Ella le dio un abrazo fuerte y un beso a Alicia. Él observaba impactado a Sara,
que permanecía sobre la cama, sin moverse. Enseguida volteó su mirada hacia la
familia. Jorge le miraba inquietantemente y se puso nervioso.
-Ya veréis que todo va a salir
bien, que Sara será la de siempre.-Comentaba Lucía, para animar y ser
positivos.
-Dios te oiga, cariño. –Le
respondió Alicia, haciéndole una mueca.
Jorge, sin embargo, guardaba
silencio. De pronto se levantó.
-¿Dónde vas?
-A tomar un poco el aire. –Así de
escueto y tajante le respondió a su madre, que le siguió con la mirada hasta
que él salió de la sala.
-¿Os traigo un café?, ¿algo de
comer? –Preguntó Marc. –Enseguida vengo con algo, que seguro os vendrá bien.
–Les dijo con aparente tranquilidad.
Ellas se quedaron en la sala,
mirándose sin entender nada.
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Marc salió tras Jorge y lo
alcanzó a la salida. Jorge estaba fumando un cigarro, apoyado junto a una
barandilla que delimitaba el paso a unos jardines.
-Jorge.
El hermano de Sara se giró. -¿Qué
quieres tío?, ¿qué coño haces aquí?, ¿es que no te cansas? Te quiero bien lejos
de mi hermana y ahora más que nunca. No voy a permitir que le hagas daño. Ya
no.
-Jorge, por favor, escúchame. Sé
que no me he portado bien con ella ni con Lucía, pero te pido por favor que
sigas guardando el secreto, a tu hermana no le gustaría que todo esto saliera a
la luz. –Le rogó temiendo lo que podría desencadenarse si él hablaba.
-¿Cómo te atreves a venir a
decirme nada cuando he callado durante tanto tiempo?, ¿crees que estoy
tranquilo conmigo mismo, cabrón? Que no quiera hacer más daño en mi familia no
significa que te esté defendiendo. No te quiero volver a ver. Eres un hijo de
puta y tienes suerte de que anteponga hasta tal punto mi familia. Solo te digo
que cuando Sara se recupere yo tendré una conversación privada con ella, y
entonces se hará lo que ella diga, no lo que tú quieras.
-Entonces esperaremos, pero a tu
hermana tampoco le conviene decir nada.
-¿Qué a mi hermana no le conviene
decir nada?, ¿tú la has visto??!, ella ya no tiene nada que perder, si decide
callar será para evitar males mayores.
-Como sea. Pero yo no tengo la
culpa de nada de lo que le ha pasado. Eso que te quede bien claro. –Y Marc
volvió a entrar para dirigirse a la cafetería.
Jorge aguardó fuera, pero estaba
muy nervioso. Tiró el cigarro al suelo y le dio un golpe a la barandilla con
las manos, maldiciéndolo todo.
Jorge sabía que Marc y Sara
mantenían relaciones sexuales a escondidas, a espaldas de Lucía, y de toda la familia.
Los descubrió un día en la habitación cuando nadie había en casa y él llegó
porque había olvidado un trabajo de clase.
Desde ese día, unos meses antes
de la desaparición de las chicas, Sara le había pedido millones de veces que no
dijera nada, que era su vida y que no quería que nadie la juzgara por lo que
estaba haciendo, que se había cansado de ser la hija perfecta y que en cuanto
tuviera el dinero suficiente se iba a largar de la ciudad y jamás la volverían
a ver, que solo era cuestión de tiempo.
Jorge entonces se amedrentaba
ante su hermana, y pensó que al fin y al cabo sería su problema y su vida, que
ya se daría cuenta del error que estaba cometiendo. Se sentía débil y no se
veía capaz de desvelar aquél secreto. Tenía miedo de desencadenar discusiones
familiares.
Por esa razón calló todo, y
después de que Sara desapareciera nunca quiso decir nada para evitar justamente
más disputas familiares con Lucía y sus tíos.
Pero ahora todo era diferente,
estaba harto, era demasiado. Tenía que hablar. ¿Y si Marc de verdad tuvo algo
que ver en lo que le pasó a Sara? Jorge jamás se perdonaría el haber
dificultado la resolución del caso.
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1 semana más tarde.
-Sentimos lo sucedido, la
paciente presenta un estado de shock profundo. Está evadida de la realidad. Los
análisis y las pruebas que le hemos realizado son poco esperanzadores. Sara
Ferrer está demasiado afectada por todo lo que ha vivido en los últimos 5
meses. No sabemos cuánto tiempo pasará hasta que recupere la normalidad y tenga
noción de la realidad. Tampoco sabemos si ese día llegará. –Comentó el psiquiatra
D.González.-Hizo una pausa.
-Aquí no sufrirá, estará bien
atendida las 24 horas del día. Mantengan la esperanza.
Así fue como les comunicó el
estado de la joven a sus familiares. El silencio del padre y el llanto
desesperado de su madre y hermano invadieron el despacho. Sara acababa de ser
internada en el mejor centro psiquiátrico de Valencia.
Esta era la nueva vida que le
esperaba. Vivir entre cuatro paredes blancas e insonorizadas. Sara jamás se
recuperaría, la adicción a las drogas como la cocaína y otras sustancias que
tuvo durante años y los hechos que vivió en los últimos meses de su vida
terminaron por trastornarla.
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-Preparad la jaula 18. Las niñas
alemanas ya vienen en camino.
FIN
Epílogo
Esta ha sido la historia de cómo una mafia rusa de tortura y de
prostitución secuestraba a dos jóvenes hermosas y atractivas para un público
exigente y multimillonario.
En la Universidad se creyó que Alexandra regresó de vuelta a su país de
origen, Rusia.
En cuanto al cuerpo de Natalia, nunca apareció. Lo más posible es que
los perros lo devoraran, al igual que el de la que fuera miembro de Anonymous,
y posteriormente enterraran bien aquellos restos que pudieran quedar.
España quedó conmocionada con el caso. El espectáculo y los pabellones
seguían en marcha, ofreciendo distintas funciones y servicios. En algún lugar,
bajo las montañas, un gran negocio maquiavélico estaba forjándose cada vez con
mayores ingresos. Ese lugar estaba en Barcelona, una ciudad que atrae a
millones de turistas cada año, turistas multimillonarios que pagaban sus
servicios sexuales y sádicos.
La policía no pudo esclarecer el caso ante la falta del testimonio de
la víctima, pero el caso se cerró sentenciando que todo fue producto de una red
de prostitución polaca, como tantos otros casos habían sucedido hasta el
momento.
Marc Hernández Casas fue detenido por tráfico de drogas. El hermano de
Sara, Jorge, terminó por contar la relación que ellos mantenían y la policía
comenzó a seguir sus pasos, de modo que lo descubrieron. Se enfrentaba a una
condena de 5 años de cárcel.
Ante el testimonio de Jorge, la familia se llevó otro duro golpe. No
conocían tan bien a su hija como creían. La relación con la parte familiar de
Lucía se vio afectada por todo ello, pero siguieron manteniendo cierto
contacto.
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